A poco días de conmemorarse un nuevo aniversario del mal llamado "Descubrimiento de américa" es necesario recordar "Los Cuatro Viajes del Alimirante" o popularmente conocido como "El diario de Colón".
Un texto que sinceramente resulta denso, aburrido y complicado por su español casi antiguo (con muchas marcas de oralidad) pero que sin embargo es uno de los primeros testimonios de aquellos hechos que darían un gran giro en la historia de la humanidad.
Ese libro, que hoy podemos encasillar dentro de lo "literario" formó nuestro imaginario social por mucho tiempo; varías de las concepciones que tenemos hoy en día sobre los indios, fueron impuestas por una mirada colonizadora, ya sea la de considerar a los indios como ignorantes o como una cultura bárbara.
La diferencia fue lo que creo esas concepciones, los españoles marcaron su mirada entre lo conocido y lo que no, ellos sin duda eran diferentes así mismo y por tanto eran inferiores, "casi animales".
Escribir en la diferencia fue lo que autorizó la gran masacre que vendría después. Al considerarlos animales sin lenguaje ni religión podían ser tratados y maltratados como se quisiese, destruyendo no sólo vidas, sino culturas, lenguajes, creencias.
Los conquistadores impusieron todo, su mundo se incrustó en américa de la peor manera.
Si bien en "El Diario de Colón" no se nombra la gran masacre que tiempo después se libraría entre indios y españoles (unos por defender sus tierra y otros por poseer el oro) vemos como el interés y sólo el interés por conseguir riquezas mueve al "dominador". La excusa será la de siempre, la que rigió por siglos nuestra historia "LA RELIGIÓN", se conquista y se mata porque no se tiene el mismo dios, pero la realidad sin duda resulta ser el tan sangriento metal dorado que tantos males ocasiona.
Los indios hubieran dado sin resistirse todo el oro que tenían, porque ellos consideraban que había cosas más importantes de ese inútil metal, sin embargo la ambición de los españoles (en un primer momento, después fueron portugueses, ingleses, etc.) los llevo a querer más y más de lo que éstos tenían.
Hubiera sido interesante tener un texto, que al igual que "El Diario de Colón" dé cuenta de la mirada de los aborígenes ¿Qué pensaban? ¿qué querías? ¿qué sentían?... sólo tenemos intuiciones, nada certeras por cierto.
Los invito a leer "El Diario de Colon", no garantizo el disfrute de la lectura, pero si su goce, ya que inevitablemente nos veremos reflejados en muchos entredichos del discurso. No creamos en la palabra absoluta de nuestro narrador, ya que es su mirada y no la verdad de los hechos.