lunes, 21 de diciembre de 2009

Hoy es el turno de Galeano


Usando un tono un poco irónico, Galeno escribe en su último libro "Espejos":



FUNDACIÓN DE LA ESCRITURA
Cuando Irak aún no era Irak, nacieron allí las primeras palabras escritas.
Parecen huellas pajáros. Manos maestras las dibujaron, con cañitas afiladas, en la arcilla.
El fuego, que había cocido la arcilla, las guardó. El fuego que aniquila y salva, mata y da vida: como los dioses, como nosotros.
Gracias al fuego las tablillas de barro nos siguen contando, ahora, lo que había sido contado hace miles de años en esa tierra entra dos ríos.
En nuestros tiempos, George W. Bush, quizás convencido de que la escritura había sido inventada en Texas, lanzó con alegre impunidad una guerra de exterminio contra Irak. Hubo miles y miles de víctimas, y no sólo gente de carne y hueso. También mucha memoria fue asesinada.
Numerosas tablillas de barro, historia viva, fueron robadas o destrozadas por los bombardeos.
Una de las tablillas decía:



Somos polvo y nada.
Todo cuando hacemos no es más que viento.


ESCRIBIR NO
Unos cinco mil años antes de Champollion, el dios Thot viajó a Tebas y ofreció a Thamus, rey de Egipto, el arte de escribir. Le explico esos jeroglíficos, y dijo que la escritura era el mejor remedio para curar la mala memoria y la poca sabiduría.
El rey rechazo el regalo:
_¿memoria? ¿sabiduría? Este invento producirá olvido. La sabiduría esta en la verdad, no es su apariencia. No se puede recordar con memoria ajena. Los hombres registraran, pero no recordarán. Repetirán, pero no vivirán. Se enterarán de muchas cosas, pero no conocerán ninguna.


ESCRIBIR SÍ
Ganesha es panzón, por lo mucho que le gustan los caramelos. y tiene orejas y trompa de elefante. Pero escribe con mano de gente.
Él es maestro de indicaciones, el que ayuda a que a gente empiece sus obras. Sin él, nada en la India tendría comienzo. En el arte de la escritura, y en todo lo demás, el comienzo es lo más importante. Cualquier principio es un grandioso momento de la vida, enseña Ganesha, y las primeras palabras de una carta o de un libro son tan fundadoras como los primeros ladrillos de una casa o un templo.
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Eduardo Germán María Hughes Galeano (Montevideo, 3 de septiembre de 1940), conocido como Eduardo Galeano, es un periodista y escritor uruguayo, una de las personalidades más destacadas de la literatura latinoamericana.
Sus libros han sido traducidos a varios idiomas. Sus obras más conocidas son Memoria del fuego (1986) y Las venas abiertas de América Latina (1971), que han sido traducidos a veinte idiomas. Sus trabajos trascienden géneros ortodoxos, combinando documental, ficción, periodismo, análisis político e historia. Galeano niega ser un historiador: "Soy un escritor que quisiera contribuir al rescate de la memoria secuestrada de toda América, pero sobre todo de América Latina, tierra despreciada y entrañable".

lunes, 14 de diciembre de 2009

POR UN MINUTO DE INFIDELIDAD




"Dedicado a mi papá"

Elaborar el plan estratégico para el encuentro será el primer objetivo. La imaginación debe llenar cada rincón de nuestras mentes.
El engaño es cosa de niños, un juego mental, es parte del arte de inventar historia ingeniosas, creíbles; hacer creer al "otro" que somos ángeles caídos del cielo, pintar con palabras el engaño perfecto que los vuelva ciego y nos permita huir hacia lo prohibido.
Concretado el escape el galán esperará a su princesa.
Cortará del jardín aquellas flores que tanto aman ambos y partirá con una sonrisa de par a par al punto de encuentro.
La princesa hará lo mismo, tirará al viento el discurso perfecto que le abra la puerta hacia la libertad deseada, saldrá corriendo, volando por aquel camino señalado. Ella se sentirá feliz, después de mucho tiempo al fin volverá a verlo. Sabe que lo ama y lo odia al mismo tiempo pero ahora va dispuesta a sólo amarlo.
Llegan, se miran, se silencian. Él la besa y la abraza fuertemente, ella le corresponde, siente que ya no quiere soltarlo, lo aprisiona entre sus brazos, lo hace ella, lo hace suyo, lo hace uno. Olfatea su perfume y se enamora, lo posee, lo retiene un tiempo eterno.
Sus miradas se chocan, se hablan, se dicen secretos de amor, se dicen lo que la palabra no posee, escapa del poder lingüístico, se dicen nada y se dicen todo.
El galán descubre las flores a su princesa, ellas las toma entre sus manos en el mismo momento en que el galán se convierte en esas flores.
El mundo desaparece en forma y tiempo permitiendo sólo el encuentro que ellos dos buscaron y lograron, evadiendo los obstáculos que tan incomprendidos evitan su destino. Vida envidiosa que no permite que se amen, que vuelves todo en su contra.
Dejen que se amen, que la vida sólo es una, él ya viejo y muy cansado sólo quiere estar con ella, aquella su princesa que tanto le han negado.
No permitan que estén lejos, que se quieren de verdad, que se amen si lo sienten, que la sangre puede más.
La princesa y su galán;
La hija con su padre está disfrutando de un minuto de infidelidad, ya que el mundo no comprende lo que importa de verdad. Su mujer no la quiere y nunca entenderá que él con su hija quiere estar mientras la princesa aunque conoce el pasado horrible de su mamá y sabe que nunca lo admitirá, desea darse la oportunidad de conocer un poco a tu papá.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Poder y discursos sociales





"Una sociedad disciplinaria más que disciplinada"
Michael Foucault



El lenguaje es sin duda el más importante medio de comunicación; el creador de realidades por excelencia; no en vano el más famoso de los personajes de la literatura española eligió este medio para crearse aquel mundo que él quería habitar. Se invento castillos, aventuras, y sobre todo al gran amor de su vida, la famosa "Dulcinea", envidia de toda mujer.
Como hablantes, sentimos el lenguaje como algo común y habitual, nunca lo tomamos en cuenta, no lo percibimos, no lo valoramos como este se merece.
Él es quien crea nuestra realidad y quien nos crea, somos a partir del lenguaje. Suena raro, pero el lenguaje nos posee.
Son muchos los autores que se han interesado en ver como funciona, en dar cuenta de las características de este amplio sistema.
La autora July Cháneton en su libro "Género, poder y discursos sociales" toma una serie de autores para dar cuenta de lo que para ellos es el lenguaje, y de cómo influye en nuestra vida cotidiana.

Acá va un pequeño resumen:

[La idea] es abandorar la conceptualización del "mundo real" como un objeto aislado y fijo en favor de pensarlo como proceso material en el que necesariamente están incluidos los discursos y la cultura como bienes simbólicos producidos socialmente.Si bien es cierto que instituciones y conductas no son puramente "simbólicas" no pueden (...) existir más que en lo simbólico.


ROLAND BARTHES

"el sentido no puede ser más que nombrado""estatuto plural del texto", [no sólo refiriéndose] en términos de polisemia o "Coexistencia de sentidos" sino que es el texto el que "realiza el plural mismo del sentido y ese plural es irreductible". Esto es debido a que se concibe como un "tejido intertextual" de infinidad de citas "que son anónimas, ilocalizables y sin embargo ya leídas: son citas sin comillas"



MICHAEL FOUCAULT

Lo que llamamos "el mundo" es investidura de significación por medio del lenguaje y "una violencia que le hacemos a las cosas"
En el orden del discurso, Foucault afirma que detrás de tanta "logofilia" y tanta veneración por los discursos, en nuestra civilización se esconde un profundo temor. El discurso (...) sería altamente peligroso y por lo mismo, objeto de sofisticados mecanismos de control.
[Una poderosa cualidad del lenguaje es la de formar los objetos de los que hablamos]




RAIDMON WILLIAMS

"Hegemonía Cultural"(...) es concebida como una "cultura" pero que incluye las desigualdades sociales y con ello el conflicto, la ambivalencia y la frecuente indecidibilidad del significado social.
[Este concepto permite] concebir la cultura como un espacio polemológico que puede abordarse en los discursos de la experiencia social misma y en la que unos significados se imponen sobre otros como resultado de una compleja y siempre histórica relación de las fuerzas.
La hegemonía es continuamente resignificada, desviada y desafiada por las formas de tensión que anidan la vida social.


MARC ANGENOT

"Hegemonía discursiva": "sistema regulatorio global" pero no estático y sostiene que el efecto de "masa sincrónica" del discurso social propio de la hegemonía discursiva sobredetermina la legibilidad de los textos particulares que forman esa masa.
"Repertorio tópico", son las reglas de encadenamiento de enunciados en los texto sociales que en una sociedad organizan lo decible, lo narrable y opinable.

sábado, 21 de noviembre de 2009

AMOR UTÓPICO


Parte III


De él a ella: "hablas mucho querida"


Un sueño que en la noche me aprisiona y ruega el inconsciente poseerte entre las sabanas de mi cama. Sueño con mirarte a los ojos y poder hacerme mía, hacernos uno, hacernos nada, disimular entre la oscuridad del cuarto, ser sombra, ser viento, ser algo que no existe.

Tirar en fin la razón por la ventana, que el mundo muera en su intento por despojarnos de lo nuestro.

Pero admite querida, que hablas demasiado, no sabes nada de amor, sólo el lenguaje te inventa un mundo imaginario que no es en el cuál vives, la palabra no reemplaza la realidad, no reemplaza al hecho, y yo te quiero en el acto.. te quiero en lo concreto, tocarme, palparte y ya no dejarte ir.



De ella a él: "no me mires así"


Sé con certeza in- errónea que anoche me soñaste, sé que soñaste lo que despierto no puedes hacer-me. Lo sé con seguridad, tus ojos miran diferente, el deseo se impregna en tu piel. Tú mirada te delata.
Me deseas, no lo niegues... ya no miras como antes.
Sin embargo, nunca más vuelvas a mirarme de esa manera. Te lo prohibo, no así. De rodillas me pongo ante tus pies. No me desnudes sin permiso qué es falta de educación.
No me mires de esa manera, sino la consecuencia será terrible.
terminare prisionera en tú pupila y ya nunca volveré a irme.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La enamorada

ESTA LÚGUBRE MANÍA DE VIVIR
ESTA RECÓNDITA HUMORADA DE VIVIR
TE ARRASTRA ALEJANDRA NO LO NIEGUES.


HOY TE MIRASTE EN EL ESPEJO
Y TE FUE TRISTE ESTABAS SOLA
LA LUZ RUGÍA EL AIRE CANTABA
PERO TU AMADO NO VOLVIÓ.


ENVIARÁS MENSAJES SONREIRÁS
TREMOLARÁS TUS MANOS ASÍ VOLVERÁ
TU AMADO TAN AMADO

OYES LA DEMENTE SIRENA QUE LO ROBÓ
EL BARCO CON BARCAS DE ESPUMA
DONDE MURIERON LAS RISAS
RECUERDAS EL ÚLTIMO ABRAZO
OH NADA DE ANGUSTIAS
RÍE EN EL PAÑUELO LLORA A CARCAJADAS
PERO CIERRA LA PUERTA DE TU ROSTRO
PARA QUE NO DIGAN LUEGO
QUE AQUELLA MUJER ENAMORADA FUISTE TÚ

TE REMUERDEN LOS DÍAS
TE CULPAN LAS NOCHES
TE DUELE LA VIDA TANTO TANTO
DESESPERADA, ¿A DÓNDE VAS?
DESESPERADA ¡NADA MÁS!

Sacado de su obra "La última inocencia" 1956


Alejandra Pizarnik es una poeta argentina nacida en Buenos Aires en 1936.Obtuvo su título en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires y posteriormente viajó a Paris hasta 1964 donde estudió Literatura Francesa en La Sorbona y trabajó en el campo literario colaborando en varios diarios y revistas con sus poemas y traducciones de Artaud y Cesairé entre otros.Es una de las voces más representativas de la generación del sesenta y está considerada como una de las poetas líricas y surrealistas más importantes de Argentina.
Su obra poética está representada en las siguientes obras: «La tierra más ajena» en 1955, «La última inocencia» en 1956, «Las aventuras perdidas» en 1958, «Árbol de diana» en 1962, «Los trabajos y las noches» en 1965, «Extracción de la piedra de locura» en 1968, «El infierno musical» en 1971 y «Textos de sombra», publicación póstuma en el año 1982.
En 1972 falleció como consecuencia de una profunda depresión.

sábado, 31 de octubre de 2009

La despresiada


Mal lectora de mis sentimientos; y yo que creía controlar el mundo...
Mí mundo.
Tú mirada en su don o negación tiene la capacidad de dar vuelta el universo significante en que vivo; pues te amo o te odio de un momento a otro.
La sin razón se apodera de mi, agobiándome en una ciclotimia de la cual eres responsable.
La enfermedad que en mi provocas me ha llevado a una intensa búsqueda de la normalidad que sólo las pastillas pueden darme.
"Lo normal"... dejo mi cabeza en la mesa luz y salgo a caminar, intentando el encuentro con aquello que no eres tú.
Pienso (si se puede llamar pensar) en colores inventados, paraísos mitológicos y estrellas mal formadas que se entrelazan en la tontera más absurda que ha existido. Pero así soy "normal", no amándote, no sintíendo, no buscándote.
No te molesto... ya no te molesto... si te buscara y al fin te encontrara mi dignidad me mataría sin perdón...
Ya dijiste "NO". Me despreciaste, y eso no puedo perdonártelo.

sábado, 17 de octubre de 2009

Capitulo 93 de Rayuela


Pero el amor, esa palabra... Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación de] amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdoname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así. También puedo ser grosero, fájate. Pero fijate bien, porque no es gratuito.
¿Por qué stop? Por miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio. Vos dirás que la eligen porque-la-aman, yo creo que es al verse. A Beatriz no se la elige, a Julieta no se la elige. Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos cuando salís de un concierto. Pero estoy solo en mi pieza, caigo en artilugios de escriba, las perras negras se vengan cómo pueden, me mordisquean desde abajo de la mesa. ¿Se dice abajo o debajo? Lo mismo te muerden. ¿Por qué, por qué, pourquoi, why, warum, perchè este horror a las perras negras? Miralas ahí en ese poema de Nashe, convertidas en abejas. Y ahí, en dos versos de Octavio Paz, muslos del sol, recintos del verano. Pero un mismo cuerpo de mujer es María y la Brinvilliers, los ojos que se nublan mirando un bello ocaso son la misma óptica que se regala con los retorcimientos de un ahorcado. Tengo miedo de ese proxenetismo, de tinta y de voces, mar de lenguas lamiendo el culo del mundo. Miel y leche hay debajo de tu lengua... Sí, pero también está dicho que las moscas muertas hacen heder el perfume del perfumista. En guerra con la palabra, en guerra, todo lo que sea necesario aunque haya que renunciar a la inteligencia, quedarse en el mero pedido de papas fritas y los telegramas Reuter, en las cartas de mi noble hermano y los diálogos del cine. Curioso, muy curioso que Puttenham sintiera las palabras como si fueran objetos, y hasta criaturas con vida propia. También a mí, a veces, me parece estar engendrando ríos de hormigas feroces que se comerán el mundo. Ah, si en el silencio empollara el Roc... Logos, faute éclatante. Concebir una raza que se expresara por el dibujo, la danza, el macramé o una mímica abstracta. ¿Evitarían las connotaciones, raíz del engaño? Honneur des hommes, etc. Sí, pero un honor que se deshonra a cada frase, como un burdel de vírgenes si la cosa fuera posible.
Del amor a la filología, estás lucido, Horacio. La culpa la tiene Morelli que te obsesiona, su insensata tentativa te hace entrever una vuelta al paraíso perdido, pobre preadamita de snack-bar, de edad de oro envuelta en celofán. This is a plastic's age, man, a plastic's age. Olvidate de la perras. Rajá, jauría, tenemos que pensar, lo que se llama pensar, es decir sentir, situarse y confrontarse antes de permitir el paso de la más pequeña oración principal o subordinada. París es un centro, entendés, un mandala que hay que recorrer sin dialéctica, un laberinto donde las fórmulas pragmáticas no sirven más que para perderse. Entonces un cogito que sea como respirar París, entrar en él dejándolo entrar, neuma y no logos. Argentino compadrón, desembarcando con la suficiencia de una cultura de tres por cinco, entendido en todo, al día en todo, con un buen gusto aceptable, la historia de la raza humana bien sabida, los períodos artísticos, el románico y el gótico, las corrientes filosóficas, las tensiones políticas, la Shell Mex, la acción y la reflexión, el compromiso y la libertad, Piero della Francesca y Anton Weber, la tecnología bien catalogada, Lettera 22, Fiat 1600, Juan XXIII. Qué bien, qué bien. Era una pequeña librería de la rue du Cherche-Midi, era un aire suave de pausados giros, era la tarde y la hora, era del año la estación florida, era el Verbo (en el principio), era un hombre que se creía un hombre. Qué burrada infinita, madre mía. Y ella salió de la librería (recién ahora me doy cuenta de que era como una metáfora, ella saliendo nada menos que de una librería) y cambiamos dos palabras y nos fuimos a tomar una copa de pelure d'oignon a un café de Sèvres-Babylone (hablando de metáforas, yo delicada porcelana recién desembarcada, HANDLE WITH CARE, y ella Babilonia, raíz de tiempo, cosa anterior, primeval being, terror y delicia de los comienzos, romanticismo de Atala pero con un tigre auténtico esperando detrás del árbol). Y así Sèvres se fue con Babylone a tomar un vaso de pelure d'oignon, nos mirábamos y yo creo que ya empezábamos a deseamos (pero eso fue más tarde, en la rue Réaumur) y sobrevino un diálogo memorable, absolutamente recubierto de malentendidos, de desajustes que se resolvían en vagos silencios, hasta que las manos empezaron a tallar, era dulce acariciarse las manos mirándose y sonriendo, encendíamos los Gauloises el uno en el pucho del otro, nos frotábamos con los ojos, estábamos tan de acuerdo en todo que era una vergüenza, París danzaba afuera esperándonos, apenas habíamos desembarcado, apenas vivíamos, todo estaba ahí sin nombre y sin historia (sobre todo para Babylone, y el pobre Sèvres hacía un enorme esfuerzo, fascinado por esa manera Babylone de mirar lo gótico sin ponerle etiquetas, de andar por las orillas del río sin ver remontar los drakens normandos). Al despedirnos éramos como dos chicos que se han hecho estrepitosamente amigos en una fiesta de cumpleaños y se siguen mirando mientras los padres los tiran de la mano y los arrastran, y es un dolor dulce y una esperanza, y se sabe que uno se llama Tony y la otra Lulú, y basta para que el corazón sea como una frutilla, y...
Horacio, Horacio.
Merde, alors. ¿Por qué no? Hablo de entonces, de Sèvres-Babylone, no de este balance elegíaco en que ya sabemos que el juego está jugado.
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Julio Cortázar nació en Bruselas el 26 de Agosto de 1914, de padres argentinos. Llegó a Argentina a los cuatro años. Paso la infancia en Bánfield, se graduó como maestro de escuela e inició estudios en la Universidad de Buenos Aires, los que debió abandonar por razones económicas. Trabajó en varios pueblos del interior del país. Enseño en la Universidad de Cuyo y renunció a su cargo por desavenencias con el peronismo. En 1951 se alejó de nuestro país y desde entonces trabajó como traductor independiente de la Unesco, en París, viajando constantemente dentro y fuera de Europa. En 1938 publicó, con el seudónimo Julio Denis, el librito de sonetos ("muy mallarmeanos", dijo después el mismo) Presencia.
En 1949 aparece su obra dramática Los reyes.
Apenas dos años después, en 1951, publica Bestiario: ya surge el Cortázar deslumbrante por su fantasía y su revelación de mundos nuevos que irán enriqueciéndose en su obra futura: los inolvidables tomos de relatos, los libros que desbordan toda categoría genérica (poemas-cuentos-ensayos a la vez), las grandes novelas: Los premios (1960), Rayuela (1963), 62/Modelo para armar (1968), Libro de Manuel (1973).
El refinamiento literario de Julio Cortázar, sus lecturas casi inabarcables, su incesante fervor por la causa social, hacen de él una figura de deslumbrante riqueza, constituída por pasiones a veces encontradas, pero siempre asumidas con él mismo, genuino ardor. Julio Cortazar murió en 1984 pero su paso por el mundo seguirá suscitando el fervor de quienes conocieron su vida y su obra.
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Espero que les haya gustado, prometo seguir publicando más textos de Julio Cortazar ya que es uno de los escritores que más admiro..
Rayuela es un libro que si no me mata como escritora, tal vez me fortalezca, pero soy consiente que no puedo superar a este genio.
Pero de algo hay que estar felices, y es, que al decidir escribir rayuela lo hizo en lengua castellana... ya que ni siquiera la traducción más exacta de dicha obra puede superar su magnificencia y lo que me hace sentir cuando la leo.

miércoles, 14 de octubre de 2009

AMOR UTÓPICO

PARTE II

DE ÉL A ELLA: "no soy un poeta"

Te empeñas en vivir una "verdadera historia de amor" mi literata... yo no puedo darte más que mi ignorancia de calles vividas, que nada se compara con esos poetas que lees.
Mi existencia se limita a caminatas tristes a orillas de un lago, a bailes mediocres de gente humilde... No nací, amiga mía, para dominar al sistema, la intención de este pobre hombre no es más que la tranquilidad de un hogar, un mate amargo a la mañana, un beso dulce por la noche... no quiero ese mundo que pretendes, lleno de sobresaltos, viajes y lujos...
¿renuncio? ¿sigo? ¿me voy? Son decisiones que uno debe tomar como si fuera fácil visualizar el camino. Sin duda alguna, todos conducen a un mismo lugar, ¿que más da lo que se elija?.
Puede resultad decisión de cobarde, pero me voy, no estoy dispuesto a jugarme por poseer lo ya poseído, por tener aquello que nació para ser libre... Pajarito vuela en busca de lo que realmente amas, que sin duda no soy yo.


DE ELLA A ÉL

Mundo de lenguaje que creo para que seamos protagonistas; pero huyes por miedo, creyendo que este mundo no es mas que un pequeño escenario ficcional que puede aprisionarte y matarte poco a poco, pero aprende niño, que si tu mueres yo me desvanezco en el aire.
Así como me trajiste a tu lado, así me voy, y no seré yo quien invente la prisión que tu sólo haz imaginado, pues aprende que la literatura es aquella rebeldía del signo donde todo es posible, donde los limites no son mas que una utopía, y si lo que te preocupa es la realidad, debes saber que ese es otro cuento que te empeñas en vivir.

domingo, 4 de octubre de 2009

AMOR UTÓPICO


PARTE I.

DE ELLA A ÉL

Sólo un momento, sólo un momento vasto para cegarme en tus ojos. Tonto pensar que agobia las mentes, que agobia la vida…. Destino cruel de un enamorado que eternamente se condena a la razón, al especular…
Plan ilusorio.
El deseo de una boca, una simple mirada… quizás la sonrisa mas suave, un tenue abrazo que nos enlace en un solo camino.
La meta: llegar a tu centro, llegar a tu ser... compartir lenguaje, limitarnos a lo posible.
Salir corriendo, volver, irnos… llegar o no. Partir… La mirada te crea enamorado… Mi mirada te convierte en amado…
Historia de amor que irrumpe en llanto, melancólica existencia. ¡HAY ONDA! (quizás) pero el fin será la perenne amistad.
¿Miedo? SÍ… grito que doy todo, pero no camino ni un paso… se te extraña.. mi pecho clama un regreso, un recomenzar.. ¿Nos conocemos?...Niña o adulta soy lo que puedo ser, no lo que quiero, tú me creas en la subjetividad… pero no me conoces…
No prometo amor eterno. La eternidad es un invento.
¡VIVAMOS! Así son las cosas.


miércoles, 9 de septiembre de 2009

EL AMANTE ETERNO

Comparto con ustedes un fragmento de la novela que estoy escribiendo en estos momentos, llamada "LA NINFA".

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Todos los días cumplía con la misma rutina: se levantaba muy temprano a causa de los golpes que su sobrino le daba a la puerta de su casa con el objetivo de que este le abriese y así poder entregarle el diario matutino.
Él con los rulos parados y un ojo más abierto que el otro, se levantaba muy despacio y caminaba arrastrando los pies hacia la puerta. el niño entraba a los brincos, le daba daba un gran besos sonoro en el cachete y luego mas tranquilito. sentado en una silla le abria le conversaba un ratito antes de ir al colegio, él preparaba su tasa de café y fingía escucharlo cuando realmente no le interesaba para nada su discurso infantil.
Luego de que el niño se marchaba robándole otro beso, él se sentaba a disfrutar de su café, tomaba el diario y leía uno por uno los titulares solamente, deteniéndose estrechamente en las historietas.
Cuando terminaba su café se dirigía al baño, se bañaba y quedando como nuevo partía en una caminata lenta hacia el taller que quedaba a una cuadra de su casa.
Apenas abría el portón, comenzaban a llegar los clientes y amigos. Él por su parte nunca se quejaba de lo que hacía, difrutaba su trabajo, y lo demostraba con ese humor envidiable que lo caracterizaba.
Juan, su empleado, llegaba siempre media hora más tarde del horario pactado, casi sin saludad se dirigía al fondo del taller, colocaba la pava en el calentador para verse pronto con el mate en mano convidando y repartiendo a todo el que llegase. Esta aptitud molestaba mucho al señor, ya que no le pagaba para cebar mates y si bien en muchas oportunidades sintió ganas de despedirlo porque un empleado así no le rendía a él ni a nadie, siempre buscó privilegiar su amistad dejándolo en el mismo puesto.
En el taller se quedaban hasta las una de la tarde, de ahí él volvía a casa a comer, aunque como vivía solo, no siempre tenía las ganas ni el esmero para cocinarse y luego tener que limpiar toda la cocina para dejarla como nueva, por tanto varias veces optaba por acostarse a dormir siesta. A las tres volvía nuevamente al taller y se quedaba hasta muy tarde, cuando el sol dejaba de verse en el horizonte dejando solo el recuerdo de que estuvo. Excepto los martes y jueves cuando por cumplir con los encuentros reglamentados con la Ninfa optaba por no abrir el taller de tarde, cosa que a los clientes le molestaba.
La Ninfa casi nunca iba a visitarlo al taller ni a su casa, no podía imaginar qué pasaría si su familia se enterase de aquellos encuentros clandestinos. Pero sí había veces en que las ganas de verlo se convertían en inaguantables y ella, como toda mujer astuta desinflaba las llantas de la bicicleta para poder tener una excusa que le permitiese llegar a donde él se encontraba.
Él gustaba de tenerla cerca; siempre que llegaba al taller lo hacia con una sonrisa que iluminaba el lugar quitándole por momentos todo ese olor a machos que colmaba cada rincón. Al llegar, ella no pedía permiso, saludaba a todos en el lugar y acercándose solo a Juan se apoderaba del equipo de mates para comenzar a cebar los verdes más amargos del mundo. Eso le gustaba al señor porque al no tener nada que hacer, Juan se dignaba a ensuciarse las manos por lo menos para inflar las llantas de un auto. Tenerla a su lado lo dejaba como bobo, atónito en su mirada, por eso más de una vez se escuchó en algún rincón un pequeño chillido causado por un martillazo ditraido en los dedos. Ella por su parte gustaba de ese juego de seducción, ser el objeto del deseo de un hombre elevaba su ego a un extremo máximo.
Cuando la Ninfa no iba al taller, sus tardes se convertían en eternas y aburridas, siempre obligado a cumplir con ese papel de hombre rudo, ese hombre que sólo hablaba de autos, boxeo y de vaginas sucias.
Ya muy tarde optaba por bañarse en el taller para no tener que volver a su solitaria casa; de ahí caminaba las tres cuadras hasta el restaurante donde una vez trabajo Vivian. Al llegar tomaba asiento en el mismo lugar de siempre, cenaba y bebía hasta muy entrada la noche, cuando al fin sus ojos colorados del cansancio comenzaban a cerrarse él se paraba para emprender el viaje de regreso.
En el camino se encontraba con “las muchachas”, ellas sabía que si la tarde había sido buena para el seños, él eligiría a dos de ellas. La tarea era fácil: acostar al señor en la cama y ante sus ojos comenzar con ese juego erótico repleto de besos y caricias sensuales denominado masturbación, que no lograba otra cosa en él que erectar su gran miembro. El hombre gustaba de ocupar ese lugar de mirón, y desde esa posición no permitía que nadie lo tocase, sólo él podía hacerlo (el pagaba) y así, observando comenzaba a flotar su miembro hasta el punto de terminar en una explosión de placer que culminaba en un gemido casi silencioso, imperseptible.
Cuando sólo llevaba a Rita, abandonaba ese lugar de mirón para entre cansado y dormido sumergirse entre sus enormes senos y jugar de la manera más exótica que se pudiese, le gustaba pensar que sus pezones eran como un pene, que al tacto excitante de los dedos del hombre se ponía duros y grandes.
El hombre gustaba de ver la cara de disfrute de aquella amante pagada, le gustaba jugar con ese cuerpo que nunca sería suyo, es más, que estaba junto a él por simple trabajo. Cuando ella entraba en un mundo de fruición del cual era imposible salir por si sola, él que presintiendo el momento final del acto se levantaba como asustado y abriéndole la puerta de la casa la sacaba a fuera a penas dándole el tiempo para que se colocase la ropa interior. Ella nunca llegó a entender el porqué de esa forma de actuar, aunque muchas veces sentía ganas de preguntarle, pero era evidente que no le pagaban por preguntar, entonces desde su lugar de “prostituta” solo buscaba entender, pero le era casi imposible, ya que él gustaba del silencio ahogante, incómodo, parecía como si el solo murmurar le molestase. Por otra parte su trabajo le había enseñado que conocer a un hombre afondo puede llevar a sentimientos confusos e imposibles como el tan temido amor, debido a eso, solo callaba y cumplía.
Él era un hombre elegante, de buenos modales, inteligente y aún joven, podía si así lo hubiera querido tener a cuanta mujer desease entre sus sábanas, pero desde que había llegado al pueblo sólo buscaba pagar, como si la plata se le cállese de los bolsillos, tal vez porque de esa manera se ahorraba el famoso chamuyo, las mentiras del “después te llamo”, o el simple hecho de ilusionar a alguna chiquilla con un amor que era de otra.
Con la Ninfa se portaba de manera diferente, ella no era un mujer, era simplemente una niña, apenas se marcaban sus senos a través de la remera blanca de usaba para hacer ejercicios, su cara de porcelana no conocía aún el maquillaje y la ingenuidad sobre el sexo se manifestaba naturalmente en su forma de hablar. Se pasaba horas y horas discutiendo temas como: que en el amor el sexo no era lo más importante y en lo horrible que seria compartir un beso de lengua lleno de saliva de otro; él solo la escuchaba y reía, ella tenia esa capacidad de transportarlo a ese mundo de niñez que él decidió abandonar tan pronto.
Los encuentros eran los martes y jueves en los eucaliptos y a veces cuando llovía en la casa abandonada que se encontraba a unas pocas cuadra saliendo de la cuidad hacia el norte.
Ella llegaba siempre puntual, se sentaba bajo el árbol que ellos habían pintado con una cruz roja para no perderse y ahí lo esperaba. Él llegaba casi tras ella.
Durante los primeros meses lo hacia en la bicicleta negra de su hermano menor, luego pudo comprarse la moto y cuando menos se lo imaginó se vio con el suficiente dinero para comprar su auto soñado. Lo del auto era sin duda la mejor decisión que había tomado, porque con el sacaba a la Ninfa a pasear por toda la cuidad sin que nadie los viese, ya que los vidrios polarizados no dejaban ver el interior del mismo.
El tenía 20 años más que la Ninfa; había llegado de Córdoba, después de un exilio forzado de quince años. Para ella era un ser tranquilo pero cansado del mundo, cuando llegó no tenía trabajo, pero eso duró poco, su padre le había dado el dinero suficiente para que instalase un pequeño negocio. Él que siempre había sido el más inteligente de la familia, movió contactos y pronto se vio dueño de un taller de autos, cosas que no tardo en darle muchas ganancias.
Su característica principal era la experiencia, por eso la Ninfa gustaba de estar a su lado. Él encontraba siempre una nueva historia para entretenerla, le gustaba mucho jugar a retenerla a su lado un poco más de dos hora, ya que ella lograba aburrirse con gran facilidad de todo lo que la rodeaba.
Amaba las tardes de lluvia, porque sólo en esos momentos en que se sentaban a ver como caía el agua, ella le permitía que él la abrazase.
Su primer beso se lo dio una de esas tarde, cuando abrazados contemplando el bullicio de una tormenta de paso, ella comenzó a llorar. Él, que sabía mas de putas y no tanto de mujeres, no supo que decir, y disimuló la situación cebando unos mates.
Pronto ella sintió ganas de irse, pero la tormenta que cada vez era mas fuerte se lo impedía. El señor, miró a los ojos y sosteniéndole el mentón para que no mirase a otro lado, le pregunto que le pasaba.
__Sabes que podes confiar en mí, no entiendo por qué no me cuentas lo que te pasa, lo que sientes.
__ ¿Te parezco bella?
¿Bella? ¿Y eso? Si tan solo supiera que la bellaza la penetra por todos los rincones de su ser, que el tiempo pasó sólo para mi, y que ella me espero con sus trece años intactos, para encontrarse luego con un viejo que huele a aceite de motor, que no tiene un castillo de oro para regalarle en su cumpleaños, que sus sueños son de Ninfas, y que el aire acarrea su perfume llevándolo en cada paso que doy… ¿bella? Amor… eres más que eso.
__Eres más que bella.
__ ¿Todo el mundo me va a responder lo mismo? Quiero que me sean sinceros de una vez… -ella enojada quito la mano de su mentón y camino hasta un rincón dándole la espalda; él, confundido la siguió y tomándola de la cintura la dio vuelta colocando nuevamente su mirada en la suya.
__ ¿Pensás que te miento?
__No, sólo que sos un chamuyero, como todos los hombres que conozco.
Él la miro entre sorprendido y enojado:
__ ¡HE! Ninfa, ¿a esta edad pensás que voy a andar con chamuyos yo?
__Entonces… ¿por qué Jonatan Borne ni siquiera busca darme un saludo?
Él la soltó, se paso la mano por la cabeza, y como molesto se sentó en el piso. Ella por su parte se le acerco, y mirándolo a los ojos en ese momento en llamas volvió a preguntar.
__ ¿Por qué justo ese chico, justo el que yo quiero no me ama?
El señor casi ni la escuchaba, sus palabras le dolían como puñales en el alma, siempre pero siempre debía soportar que ella hablase de aquel, sin pensar en sus sentimientos, sin pensar más que en su egocentrísmo, en su historia, en su vida.
__ ¿Qué sabes vos de amor? Ninfa… -se detuvo a pensar y repensar sus palabras- sólo tenés trece años. A tu edad es mejor jugar a las muñecas ¿A vos te gusta el volley? Bueno dedícate a jugar, pero no pienses en muchachos, ¿no te das cuenta que es muy temprano para empezar a sufrir? Yo no sé mucho de mujeres, pero si sé de amor, y si algo aprendí es que no hay que forzarlo ni buscarlo porque llega solo, sin avisar. A parte vos, mírate… Puedes tener a cuanto hombre quisiese a tus pies, pero comprende que los hombres aún te ven como niña, porque eso es lo que eres, y ese niño del que tanto hablas, también lo es. No hay que quemar etapas, chiquilla.
Ella comenzó a llorar, se sentó sobre las piernas del señor y quedando cara a cara se le quedo mirando, ella quería que él la entendiese y le dolía el no poder lograrlo, por otro lado él, tentado por un sentimiento y una fuerza que no pudo contener acerco lentamente su boca a la de ella completando el recorrido en un beso que movilizo un tintineo de polillas que revoloteaban por su cuerpo de par a par. Una sensación que no había sentido jamás lo paralizó de tal manera que profesaba por instantes adueñarse del control de su cuerpo, aquel beso lo completaba de sensaciones agradables, ese beso se convirtió en eterno, paralizo el tiempo y el espacio.
Ella apoderada en aquella situación no se movía, no abría su boca, no cerraba los ojos, simplemente moría en el intento de librarse de aquel hombre. Cuando él despertó de ese ensueño, ella ya había tomado su bicicleta y había partido bajo la lluvia.
Había llegado como una niña, ahora, sin embargo se iba con un poco más, su mente se habría a nuevas experiencia, a nuevas formas de ver el mundo, en su vida se cerraba ese ciclo que tanto la perturbaba.

martes, 4 de agosto de 2009

LA SILLA CÓMODA

El día está lluvioso, frío y oscuro, parece por momento que estoy en una nevera y para colmo tengo que estar sentada en un lugar que no deseo, por lo menos la silla es cómoda y da gusto sentarse en ella, pero los llantos de los que están a mi lado no me dejan dormir ni un rato y eso me enfurece, pues no será de menos, esta silla tan cómoda como he dicho, está en el peor lugar del mundo, en una sala de velorios, no ha muerto nadie más que mi padre... sí, mi padre, pobre, siento lástima más que tristeza, se ve que lo querían mucho y eso que sólo fue un pobre hombre que se pasó la mayor parte de su vida construyendo casa, no, no era arquitecto, era el mas humilde y simple de todos los albañiles, apenas tenía dinero para criar a sus tres hijos, (aunque prefiero clasificarlos como tres diablos) y a su “querida mujer” , por mi parte yo... yo no soy otra cosa más que una fruta del falso amor de adolescentes, aquel error que nunca debió haberse cometido, el aborto que tendría que haberse ejecutado, soy todo eso y mucho más.
Mi tío Carlos me venía diciendo desde muy chiquita que Jorge no era mi padre biológico, y aunque nunca quise darme cuenta de eso, tuve que admitirlo tarde o temprano (me dolió mucho, si eso te interesa) y así conocí al verdadero hombre que me dio la vida y nada más. Carlos no quería enfurecerme, ni hacerme daño, sólo buscaba hacer valer mis derechos, por mi parte aquel hombre nunca me llamo la atención, si después de todo era él el que se perdía el hecho de conocerme, yo era feliz, tenía todo lo que podía una chica pedir, una mamá y un papá que son la envidia de todos, mis abuelo me consienten de tal manera que todas las semanas me encuentro estrenando ropa nueva, asisto al mejor colegio de la ciudad y tengo una educación digna de mi persona... ¿Qué más podía pedir?... excepto que...
Ante la insistencia de mi tío, llegue a la conclusión de que éste hombre no podía salir tan limpio de un error que cometieron dos personas, y esa misma tarde fui a ver a un abogado amigo, Ramiro, en compañía de mi tío, no sé por que pero en ese momento me sentí feliz, dueña del mundo, me dio miedo tal sentimiento, porque al tener tanto poder me aprecié capas de hacer cualquier locura, y mis locuras nunca terminaban bien. Por suerte todo estaba a mi favor, y aunque los trámites fueron largos, y duros, pronto vi anotado en mi documento aquel nuevo apellido que por momentos me daba asco “Scherfer”, sonaba raro y lejano a mí, pero presentí que pronto me acostumbraría a él.
Ahora todo estaba por cambiar, ya no me llamaba la fruta podrida del pecado, aquel nombre que me había dado por más de dieciséis años, me había convertido en la fruta mala del presente, aunque estaba dispuesta a cambiar esta perspectiva de mi, pronto me ganaría el cariño de Marta y los tres niños, principalmente el gran amor de mi padre con quien cada día me sentía más identificada; cuando lo miraba veía mis ojos en los de él, y ni habla de su sonrisa tan atrapante he inevitable de percibir.
Durante los primeros meses iba a su casa solo los domingos, el gran cambio no debía notarse de manera brusca, luego llegue a ir todos los fines de semana, contando los días feriados, pero mientras más tiempo estaba con ellos, más comprendía su odio por mi, y así comenzaron prontos las discusiones con aquel hombre, tan vertiginoso como pudo quiso mandar sobre mi vida, aquella vida que él me había dado, pero de la que no era dueño, si de chiquita no me acompaño cuando estaba enferma, pues no quiero que ahora quiera poseer algo que el nunca cuido. Sin embargo y después de una dura pelea para despedir el otoño amargo, le prepare una vaso de leche tibia para los nervios, le puse ante su dieta un cucharada de algo que parecía edulcorante y mezclándolo bien se lo lleve a la cama; lo observe constante con mi mirada loca, fija en sus ojos cuando la tomaba, como si fuese ésta noche la ultime vez que lo vería... sin dudas estaba rabioso.
El primer día de la temporada fría y opaca, amaneció con lágrimas de cocodrilo en mi mejilla, nadie lo esperaba. Hoy temprano Marta despertó a toda la casa con gritos aterradores, estimulé tan pronto como pude y así aun con los ojos dormidos lo vi, estoico y distante, como siempre lo estuvo, sentí ganas de abrazarlo, pero pronto se me fueron.
La tarde sigue pasando, lluviosa, fría, oscura y yo aun no obtengo el permiso para abandonar la silla cómoda, no aguanto más los saludos y el llanto de la gente, mucho menos a estos tres diablitos que tengo a mi lado, por lo visto Nicolás, el mayor, es el más dolido de los tres, sin embargo Ezequiel era con el que mejor se llevaba, Lorena por su parte tiene solo cuatro años y entiende poco, pero no importa, son los tres unos diablos, ellos me hicieron sentir más que nadie la fruta más amarga del árbol, ellos me dejaron fuera de su felicitad compartida en familia, ellos me quitaron una parte de mi historia,. Ellos me quitaron por un momento las ganas de sentir, ellos me quitaron el amor de padre por más de dieciséis años, pero yo, se los arrebaté para toda sus vidas.

miércoles, 22 de julio de 2009

EL OTRO


Había llegado como todos los sábado a tomar su vaso de cerveza. Estaba cansado porque los temas de política cada vez lo ponían más nervios; pensaba que ya estaba viejo para pensar tanto. Se sentó justo en el momento en que Pedro desde la puerta le levantó la mano en un grato saludo, a la vez que se acercaba para tomar el pedido ya conocido.
Ambos se miraron y entablaron un pequeño y corto diálogo sin sentido que ambos emprendían por simple amabilidad:
__ ¿Cómo esta señor?
__ muy bien Pedro, ¿y usted?
__Trabajando como siempre, pero con salud, que es lo importante.
__Así tiene que ser.
__ ¿Qué se va a servir hoy?
__Una cerveza si es posible.
__Para usted todo es posible.
Fue con una tímida sonrisa que éste despidió al mozo; estando ya solo en el rincón se pasó ambas manos por la cabeza, contempló el mantel a través de una mirada cansada y triste, cuando escuchó desde el rincón opuesto de la sala el sonar finito de un carcajada irónica memorizada en su mente maldecida.
La reconoció por su ropa, la reconoció por su peinado, por no usar escotes que dejen al descubierto su pequeña talla de senos redondos pero firmes, la reconoció por su espalda esculpida como en mármol, por sus bucles que insinuaban a propósito todo lo prohibido.
Quiso marcharse, pero ya su mirada se había aprisionado en aquella, su cuerpo se posicionó en una táctica posición contemplativa imposibilitándolo de todo movimiento; le dolía el cuerpo, el alma, la mente, la vista, todo le dolía en ella, nada era de él, ya no era dueño del mundo, ni siquiera de él mismo era dueño.
Pedro llegó sonriente y agachándose tan sólo un poco le sirvió la cerveza, ese ya no estaba, no lo vio, era otro, y Pedro se puso serio.
El otro la miraba, la observaba, ella estaba con él. Ella no lo miraba porque no lo había visto, el otro, si la miraba porque si la había visto, le hablaba intensamente con la mirada, la llamaba de ese modo, pero ella disimulaba no escucharlo.
Fue en ese momento justo, ese momento, ningún otro; en que se vieron, el momento en el cual explotó el tiempo y el espacio paralizando todo lo dinámico del acto. Ella se refugio en él, en sus besos, abrazos, en una máscara que la formaba desconocida para lo conocido, pero el otro simplemente la descubría, tiraba su máscara al piso porque conocía sus irónicos movimientos falseados por sentimientos convencidos de una verdad tan errónea como el conocimiento de las cosas.
Ella se paró para alejarse de él y de la mirada del otro.
El otro pidió a Pedro un cigarrillo; éste aún más serio que antes no sólo se lo dio sino que lo encendió; El otro buscaba la posición adecuada del cigarrillo entre sus dedos, no conocía la táctica de tomar entre sus manos de tinta aquel elemento de papel contaminado, hasta que en su ignorancia lo agarró de la forma más sencilla, lo aprisionó entre el pulgar y el dedo medio. Aspiró con fuerza, con ganas, terminando con una tos que lo hizo levantarse de su silla colocando en su cuerpo la mirada de todos, aún de ella, que se acercaba a él.
Colorado en las mejillas tiró el cigarrillo recién encendido, recordó que no fumaba y que nunca lo había hecho. Se sentó en su silla y bebió un trago de la cerveza ya caliente.
Sin quitar su mirada de aquel cuerpo frágil, femenino, llegó a comprender lo poco de la comprensión que le quedaba, comprendió pues, que ella jugaba con su seducción, se aprovechaba de la debilidad de un hombre, se aprovechaba de la debilidad del otro.
No le quedaba en la vida más que intensos recuerdos de un momento plasmado de eternidad con tintes de fugacidad imperceptible; recordó que había ido a parar a aquel bar porque era el único al cual sólo la utopía podría posicionarla allí, y porque odiaba sentirse preso la esquivaba, nunca sospecho que la amaba, porque no creía en la existencia de un significado para la palabra amor, y es que lo que se siente nunca puede nombrarse, porque en ese momento nos encontraríamos no sólo preso de los sentimientos sino también de las palabras que nos limitan en la formación de una subjetividad particular plasmándola de colectividades homogéneas que nada tienen que ver con nuestra existencia.
Pedro cambió el vaso de cerveza caliente por un vaso de cerveza bien fría. El otro pidió un sorbete para sin tener que mover más que el torso y la cabeza pudiese tomar de la amarga bebida sin obligarse a quitar la mirada de ella.
Ella, por su parte seguía abrazado a él por la cintura, por debajo de la mesa, el otro, podía observarla como entrelazaba sus pies a los de él y con su mano jugaba a abrir braguetas; él le hablaba al oído, no sospechaba siquiera de la dramática actuación de aquella mujer, y porque el otro si comprendía el acto no se ponía celoso.
La primera vez que se vieron fue cuando tocando el pomo caliente de la puerta descubrió el oleaje de la primavera al dejarlo entrar en su casa, ni hubo palabras siquiera, sólo una revolución hormonal que los llevó hacia el piso conformando un monstruo de cuatro manos y cuatro pies, y dos cabezas que no valían por ninguna. Se tocaban, se chupaban, se ensalivaban sin saber siquiera el nombre del opuesto, ni el minuto en el tiempo, ni la historia, ni el pasado, menos el presente, menos el futuro. Esa fue la primera vez de ambos, pero no la última. Ella en su mitología de existencia decía “tal vez tuvimos algo en la otra vida, y en esta vida nos reconocimos”… ese algo... qué feo fue comprender que no había explicación para ese algo.
El otro fue descubriendo de a poco la afición de ella por la escritura, esa profesión que la llevaba a convertir lo inverosímil en lo más verosímil posible; admitía a menudo que odiaba su literatura, porque le robaba el poco tiempo que ella le dedica al otro, remitiendo los hechos a unirse en uno en fugas destello y terminar en un diálogo de filosofía mitológica de ninfas mal paridas. El otro le hablaba poco de política, porque la consideraba una rival con atributos de quitarle el puesto.
Cuando tocó la realidad nuevamente, concibió que la pajita se había transformado sin permiso en un pequeño colador con marcas de dientes y que la cerveza nuevamente estaba caliente. La vio a ella con él, bailando un tango.
Ni ella, ni el otro podían dejar de mirarse. Los gatos saben disimular bien la infidelidad, aunque a veces subestiman demasiado, pero no en vano era escritora, el oficio le había otorgado trucos de actriz, trucos de mentirosa.
Bailaba bien, pero sólo con él bailaba, con el otro se daba la manía de no hacer nada, de no ser mayor, de no ser seria, ni compañera, ni amiga, cumplía con su rol de amante cuasi adolescente, donde todo era un juego que a veces jugaba sólo ella, otras sólo el otro y en muy poco tiempo compatibilizaban jugando los dos. No hacían preguntas, no formulaban teorías, no pensaban, ni se daban explicaciones, sólo se remitían a vivir, a romper con la estructura social que impone hasta la forma de actual. El otro si que sabia de estructura sociales, del manejo de ideologías infames propensas al control mundial, el otro estaba destinado a hacer el verso al universo entero, menos a ella;

Recordó como un día, luego de terminar de ser uno, el otro le pregunto a ella:
__ ¿vas a votar por mí?
__No.
Sin pensar más de lo que podía se colocó el pantalón y el resto de la ropa, se apuró a llevarla a su casa, se dio cuenta que no quería estar con ella, porque la consideraba más inteligente que si mismo.

Entre pensamiento y pensamiento, su miembro se puso duro, y entre las piernas lo incomodaba, ella bailaba dejando al descubierto un largo tajo que llegaba asta el muslo, y la excitación no sólo le corría por su viril instrumento sino por la sangre, por el cuerpo, por la piel dejándolo al borde del colapso. Con la mano, sin disimular movía el palo a un costado, al otro, lo puso para arriba, para abajo, pero en todas las posiciones le molestaba, éste quería salir, buscarla, encontrarla y aprisionarse en su cuerpo.
¿Cuantas veces había rosado su clítoris? Muchas más de lo que imaginaba, considerando que ya se conocían de la otra vida. ¿Cómo habría sido la otra vida? ¿Habría sido el otro el oficial?
Entre miradas y mirada, ella le tiró un beso que fue a parar justo en la punta de su pene, logrando el subir de una electricidad que mojó su pantalón por completo. El otro con el codo falseo un movimiento incoherente pero posible y arrojó la cerveza entre sus piernas, y con esta excusa se fue al baño a limpiarse.
Abrió la puerta y se encontró sólo, despeinado, mojado, desesperado… se miró al espejo sin observarse, teorizaba sin hipotetizar, concluía sin razonar, se sentía finalizado, fuera de batalla. Se sintió el iluso más tonto del mundo, se sintió lo que siempre había sido, “el otro”, desmintió en un absurdo comprender la irónica afirmación que el incrédulo le había lanzado “¡para usted todo es posible!”.
Salió del baño y ya no la vio, ni a ella, ni a él, ni nadie, y es que en su ausencia nada de lo otro existía.
Se sentó en la mesa nuevamente, y Pedro otra vez sonriente, le sirvió el vaso de cerveza.