“En los cuentos del Decamerón, la mujer se encuentra a menudo en el centro de los grandes actos de la comedia del hombre y aparece representada en sus varios aspectos físicos y morales y a través de las diversas reacciones que suscita en los individuos y la sociedad.”
(Crolla, 1984: 4)
Estas mujeres en contraposición a Conegunta personaje del “Cándido”, pero semejante a Beatriz en algunos aspectos, se encargarán de guiar a tres jóvenes varones hacia “otro” mundo, lejos de la tristeza y la enfermedad por la que Florencia se veía devastada, para habitar lo que terrenalmente se asemeja a la idea de paraíso[2]: lugar lleno de flores y animales, donde sólo hay alegría, lejos de la enfermedad. La iniciativa de emprender el viaje surge de las mujeres, pero no pueden hacerlo sola; las mujeres necesitan del hombre para que las gobierne y las coordine ya que como se manifiesta en el libro, mas precisamente en su proemio “En verdad lo hombres son cabeza de la mujer y sin su dirección raras veces llega alguna de nuestras obras a un fin loable” (Ibídem: 71) y aquí es donde esta el condicionamiento de la mujer, la mujer puede iniciar los grandes actos, pero siempre teniendo al hombre como coordinador y gobernante de los mismos.
Toda esta situación comenzará a cambiar, sin embargo será necesario esperar hasta el siglo XIX, para que la “femina” sea proyectada en el universo textual, ya sea como mujer personaje creada por hombres escritores o como mujer real creando sus propios mundos posibles, sus propios caracteres: personajes femeninos: actantes, capaces de actuar e ir más allá del estereotipo dominante, dando a luz así a escritoras, portadoras y dominadoras de una voz y de una lengua que las identifique.
Quizás la obra más conocida, que comienza a dar cuenta de este cambio y que crea a la mujer personaje con más trascendencia es Madame Bovary. Un personaje inventado en el siglo XIX por el escritor Frances Gustave Flaubert y que desde una lectura particular puedo pensarlo como la personificación de esa mujer cansada de la monotonía que le toca vivir: en la casa, con la hija y el marido. Esa mujer- lectora que va en busca de formar-realizar con su actuar esos mundos posibles que tanto anhela. Y aunque el final es poco alentador, no es augurio del cambio que ya se venía gestando.
Con este (re)nacimiento de la mujer en lo literario, incorporada al “sistema”, comienzan a surgir etiqueta como “escritura femenina” que designa tanto la literatura escrita por mujeres como la literatura de contenido “femenino”, es decir, que se centra en la experiencia de ser mujer en el mundo con todos sus matices biológicos y contextos situacionales, pero con la salvedad de circunscribir el “mundo femenino” casi exclusivamente a su acepción más tradicional, con lo cual, muchas escritoras que proponen modelos y espacios femeninos nuevos, no se sienten identificadas con esta denominación.
Otro término es el de la escritura mujer:
“… la mujer pone el acento en el auto-descubrimiento y pasa a ser imagen reflejada en la escritura la que adquiera trascendental importancia.”
La escritura mujer en Marguerite Durás” Adriana Crolla
Este término libera a la mujer de toda represión y le permite total autonomía para tomar papel y hoja y hacer se su escritura su propia huella trascendental.
En conclusión: La mujer, como portadora de voz en la literatura ya sea mujer real o mujer personaje, es un tópico bastante reciente, y cada vez sobresale más dentro del ámbito literario, sin embargo, aún falta mucho recorrido.
2 comentarios:
Siempre resulta fascinante e interesantisimo leerte. Me hace reflexionar mucho.
Mi abrazo cordial y gracias por tus palabras siempre llenas de ternura en mi espaco.
Me ha gustado hacer tan grata e interesante andadura por la evolución literaria sobre la mujer.
En especial, me gustan las mujeres que describe Austen...Sin dejar a un lado, Madame Bovary.
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