sábado, 30 de junio de 2012

Poesía Medieval Inglesa y Cuentos de Canterbury















Introducción

Es necesario aclarar, antes de comenzar que, una de las deficiencias que podemos encontrar al realizar un trabajo comparativo de este índole, se encuentra en la dificultad de proporcionar un análisis satisfactorio de las obras, siendo que para lograr el mismo, necesitaríamos partir de ellas en su idioma original (inglés antiguo-medio), y no en su traducción al castellano, ya que de esta manera no nos encontraríamos hablando de “Canterbury tales” de Geoffrey Chaucer, sino de los “Cuentos de Canterbury, una versión de esta obra original. Lo que trae como consecuencia que muchas particularidades del idioma en que fue escrita (que por el contexto de escritura sería muy interesante de ser trabajado) quedasen relegados por no decir omitidos, lo cual es una pena, porque la obra de Chaucer representa la obra magna del idioma inglés ya que:

“... a partir del siglo XII, el inglés antiguo sufre un marcado retroceso, por cuanto las nuevas clases dirigentes y los círculos de cortesanos utilizaron en forma casi exclusiva el francés hablado en Normandía que introdujeron los invasores. Y ese lenguaje particularmente se convierte en lengua oficial, junto con el latín, en tanto que el uso del inglés queda restringido a los sectores populares (...) El idioma vernáculo habría de recuperar su esplendor gracias sobre todo a Chaucer (...) La lengua que emplea Chaucer ya ha dejado de ser inglés antiguo; ha evolucionado, se ha tornado más ágil, flexible, y acaso también más rica, gracias al flujo del francés y del latín. Y de esta manera el inglés antiguo paso a paso se ha convertido en inglés medio (...) perduró y se transformó en un instrumento literario cuya eficacia Chaucer supo aprovechar admirablemente”[1]

Por otro lado, la licenciada en Letras Modernas, Susana Romano Sued, manifiesta que siempre y cuando se tome la obra desde una aptitud crítica, este pasaje de una lengua a otra, no debe tomarse como algo negativo o como un déficits, sino como una ganancia, en el cual, estos nuevos elementos (los proporcionados por la traducción) juegan un nuevo papel dentro del sistema lingüístico de llegada.[2]
Sin embargo, y pese al pequeño problema de la traducción ya planteado, trataremos de proporcionar un análisis lo más acertado posible en tanto tomaremos dos obras “traducidas al castellanos”: “Poesía Medieval Inglesa” y “Los cuentos de Canterbury” las cuales pondremos a la par con el fin de manifestar una visión particular de algunos de sus rasgos.

Es necesario aclarar que no se tomarán las obras en su totalidad sino en parte. 


Una historia literaturizada[3]

Por más estructuralista que sea la miraba con que nos acercamos a un texto, debemos saber que las obras son testimonios de un contexto y de una época, pero más que nada, dan cuenta de un pensamiento imperante, son las huellas literarias de una historia pasada, una historia construida literariamente:

Todos sabemos que en el mundo social los “hechos” no son independientes del punto de vista y que los objetos culturales  no se ofrecen naturalmente a la observación y al análisis; que la investigación literaria, sea o no de inspiración sociológica, procede siempre de conceptualizaciones previas; que el término “literatura” es ya una categoría sociocultural (...)”[4]

De esta manera, al acercarnos a un texto literario, podemos rastrear ciertos elementos que forman parte del contexto de escritura o de la tradición literaria e histórica, cuya identificación nos proporcionará otra mirada y otra forma de entender la obra.
Como dijimos anteriormente, para este trabajo tomaremos dos obras fundantes de la literatura inglesa, por un lado “Los cuentos de Canterbury” de G. Chaucer y por el otro “Poesía Medieval Inglesa”. En ambas,  (el primero refiere a una serie de cuentos unidos semánticamente por la peregrinación de un grupo de personas a la catedral de Canterbury y el otro como una recopilación de poemas recuperados), por ejemplo, podemos descubrir en algunos cuentos y poemas la alusión a los dioses/Dios, al Hado y al destino predestinado: ya escrito, estático e inamovible; elementos que dan cuenta de un período histórico particular anterior (quizás) o actual de un pensamiento dominante:

“-¡Oh crueles dioses, que tienen en sus manos el destino de los mortales obligándolos con su eterno mandatos y escribís sobre duras tablas sus decisiones y decretos!” [5]

En el cuento narrado por el caballero, el primero de la edición con la que estamos trabajando (lugar de donde se extrajo la cita anterior) aún perduran elementos mitológicos. Los Dioses (Martes –dios de la guerra- y Venus –diosa del amor y la belleza-) intervienen activamente en la demarcación de un destino. Tendrán voz y poder de decisión y actuación en el relato, manifestarán sus deseos y serán los escritores del destino de Palamón y de Arcites. Al antiguo estilo de “La Odisea” de Homero, los dioses ocupan un lugar central en la batalla llevada a cabo entre los enamorados de Emilia, un posible Helena.
Ya en otros cuentos, como el narrado por el Jurisconsultos, el Dios cristiano es el único poseedor del destino de estos creyentes y su voluntad guiará el rumbo de los diferentes personajes.
Estos dos cuentos, nos permiten contraponer dos pensamientos diferentes por un lado la creencia en varios dioses de tiempos anteriores, provenienste de la tradición (politeísta) y lo creencia de un dios único y todo poderoso.
Este elemento, será recurrente en la poesía Medieval Inglesa, más que nada, el tema del destino, desconocido por los hombres, un destino muchas veces desgraciado; así surgirán poemas como “El vagabundo” que nos dirás: “El reino de la tierra rebosa de penurias; al mundo lo trastorna la voluntad del hado”[6]. En este caso, el Hado (que en algunos casos representa a un dios) ya no será un dios particular, sino un encadenamiento de sucesos, muchas veces fatales.
Lo particular  de estos “Destinos” ya sea guiados por dioses o por el hombre como constructor de su propio camino de vida es la fatalidad, el desenlace pecaminoso que se ve en las dos obras, tanto en Chaucer como en la poesía Medieval Inglesa; en este último caso podemos tomar como ejemplos: “El vagabundo”, “El lamento de la mujer” y “El navegante”.
El destino, será el elemento que le otorgará dinamismo al relato, cada personaje (como piezas de un juego de ajedrez) se moverá en tanto aquella “fuerza dominante” y desconocida (incierta para los actantes del relato) que los posee, lo permita. Esto lo convierte en personaje activo dentro de cada historia, y muchas veces formará parte de la reflexión de los personajes que bajo su poder se encuentran sometidos. Pensemos en el cuento de Jurisconsultor, un destino guiado por Dios:

“¡Señor, bienvenido sea todo lo que procede de ti! Aquel que me libró de la calumnia mientras estaba aquí con ustedes, me protegerá de todo mal y del deshonor, aunque parezca imposible. Él es omnipotente y puede hacerlo, y en Él pongo mi confianza y en su santísima Madre, a quien suplico, sea mi timonel.”[7]

Y también, dentro de la poesía Medieval Inglesa:

“El destino que le aguarda siempre es errático: su recompensa nunca la hallara en oro trabajado o el renombre mundano, sino en la caverna del corazón helado.”[8]

Este dinamismo, logrará, más que nada en Chaucer, mundos complejos, problemáticos y dará cuenta del desequilibrio al que el hombre se enfrenta. En  poesía Medieval Inglesa, los mundos, aunque con menor espacio narrativo, también se muestran complejos, ya sea en la confesión de “El lamento de la Mujer” o en la narración de “El vagabundo”, esa primera persona, una voz personal que da cuenta del mundo interno de estos protagonistas.

Otro elemento que no quisiera dejar de nombrar en este análisis y que resulta recurrente en los cuentos, es el papel de la mujer en ese contexto un tanto “machista”. Por ejemplo, en el cuento del caballero, la mujer es el motivo y “objeto” de disputa, no importan sus pensamientos y deseos, sino la decisión de Teseo frente al destino de su cuñada. Emilia es disputada como si fuese un trofeo, pese a su anhelo de permanecer casta.
Por otro lado, también notamos como Chaucer, realiza esta distinción entre lo masculino y femenino sólo a darle voz a una Priora de entre 29 pelegrinos, que no hace otra cosa que contar un milagro hecho por su Dios-todopoderoso ( debo aclarar que la mayoría de los peregrinos  narran historias que tocan de cerca su ámbito).
En la selección de “Poesía Medieval Inglesa” también sucede lo mismo, el espacio femenino esta reducido al “Lamento de una Mujer” que en una primera persona nos cuenta sus tristezas y amarguras tras el abandono de un hombre.
En estos dos relatos, la mujer ya no se presenta como imagino Dante a Beatriz, sino que se la describe más humanizada, con pasiones y defectos, muchas veces una mujer infiel (pensemos en el cuentos del Molinero) etc. Adriana Crolla, profesora en letras nos dice, manifestando un comentario sobre la obra de Boccaccio, que bien podemos traer a colación en este caso:

“la mujer se encuentra a menudo en el centro de los grandes actos de la comedia del hombre y aparece representada en sus varios aspectos físicos y morales y a través de las diversas reacciones que suscita en los individuos y la sociedad.”[9]

Este cambio de postulados, esta nueva escritura-paradigma en la concepción de la literatura sobre la mujer, da cuenta sin duda de un pensamiento particular. 

Conclusión

Lejos de ser una particularidad esencial del texto literario, existen elementos constitutivos del mismo que nos hacen pensar en su contexto de producción, que aluden a una forma de pensar y concepción del mundo; a la tradición.
Poder rastrear estos elementos, ponerlos en contraste, y ver su tratamiento en las diferentes obras, nos permite recrear, al menos tentativamente, la evolución dentro del sistema, esas rupturas paradigmáticas. La tradición se escribe y se reescribe, elementos como el “destino”  aparecen continuamente nombrado en los textos pero de diferentes manera, dirigido y programado por un Dios o por dioses y también por el hombre mismo, el destino incierto o ya escrito, de cualquier modo, la postura, el modo de narrar dará cuenta del punto de vista.



[1] Poesía Medieval Inglesa; pág. 5, Ed. Centro Editor de América Latina.
[2] Romano Sued, S; 2009 : “Comparar y traducir: la traducción y la otredad”; en Lindes Actuales de la literatura comparada, ed. UNL, Santa Fe, 2011
[3] Con este concepto, pienso en la historia (oficial o no), dentro de la literatura, una historia que ya sea oficial o juego lingüístico no deja de ser una ficción. La obra se inscribe en un contexto, y en algunos casos, con mayor o menor medida ciertos elementos fluctuantes en la cultura se filtran en el discurso literario.
[4] Altamirano, C.; Sarlo, B.:1983 Ensayos argentinos, de Sarmiento a la vanguardia pág12. Ed. Ariel, Buenos Aires, 1997.
[5] Chaucer, G. (1388) Los cuentos de Canterbury pág. 15. Ed. Gradifico, Buenos Aires 2008
[6] Poesía Medieval Inglesa; “El vagabundo” pág 20, Ed. Centro Editor de América Latina.

[7] Chaucer, G. (1388) Los cuentos de Canterbury pág. 100. Ed. Gradifco, Buenos Aires 2008
[8] Poesía Medieval Inglesa; “El Vagabundo. pág. 18, Ed. Centro Editor de América Latina.


[9] Crolla, A. “La mujer en la edad media italiana. Dante. Petrarca. Boccaccio.”

viernes, 15 de junio de 2012

Borges ¿cómo quererte?

A fuerza de obligación me tope con tu escritura.
Nunca me gustó leer(te), nunca fue el lector que querías,
Has de saber que tu miedo a la eternidad se ha vuelto, tu esencia, pues eres inmortal. Y no es una amenaza, si fuera por mi te mataría, pues yo no te leería.
Pero bueno, al fin y al cabo, cada vez que te leo, algo de ti me gusta, y por eso te dedico este post.



BORGES Y YO


“Al otro Borges es al que le ocurren las cosas.”

La voz primera (yo): la de la intimidad, la de la confesión que se da en la soledad de la lectura, la voz que significa y resignifica la tradición que se anhela. Convertirse en letra (significante) para formar parte de lo universal, de la inmortalidad temible.
Preguntaría: ¿Con qué intensión Borges se ficcionaliza en la escritura, su escritura?
La cita de autoridad tiene una marca fuerte: crear y recrear la tradicción argentina, nadie discutiría con Borges una “verdad ficcionalizada” –una mentira en resumidas cuentas-, ya que personaje literario o no, es un hombre digno de respeto, de ser creído.
Tomaremos tres de sus libros, no en su totalidad, ya que el análisis sería interminable: Ficciones, El Informe de Brodie y por último El Aleph.
En los tres, Borges, casi un protagonista más, un otro, uno mismo, (“todo los hombres son uno mismo” dirá y repetirá en mucho de sus cuentos) que entra a la ficción de su escritura para otorgarle “verosimilitud” a la materia narrativa. Nada más verosimil y a la vez más ficcionalizado que la voz de Borges en la escritura.
El recuerdo de testimonios o de acontecimientos conformará  la materia sobre la cual escribir, un pasado difuminado por la presentificación en el aquí y un ahora de la narración, la tradición dice Borges “es obra del olvido de la memoria”.[1] Ese pasado, ya es una ficción por el hecho de ser pasado, y de estar marcado por la mirada que ahora y aquí impongo sobre él. Toda su escritura constituirá una recuperación de ese pasado, un pasado “trastocado” por la falta de información o la falta de memoria.
Formar parte del discurso de sus cuentos convierte al relato en “verdad –verosímil-”. Recorrer los pasillos que llevan al protagonista “Borges-ficción” al encuentro con Funes, que todo lo recuerda, convierte inexorablemente a Funes en la persona que existió y no en personaje, un invento inexistente, entramado en lenguaje, que sólo cobra vida en la lectura de un lector ideal.
La estrategia es sutil, ser el “señuelo” según nos dice Barthes[2], para crear el “efecto verdad”. Significarse como “Borges” en el relato, para conformar la mentira más verdadera:

“No es la verdad lo que es verdadero, es la relación con el señuelo lo que lo vuelve verdadero. Para estar en la verdad basta obtinarme: un “señuelo” afirmado infinitamente contra, viento y marea, se vuelve una verdad”
Roland, Barthes

El Informe de Brodie aburará de esta estrategía, Borges-personaje de un mundo posible es el receptor de las historias del suburbio y se encargá de transcribirlas para que se guarden en la memoria, para que se imortalisen en la “significancia literaria”, así su voz se desdoblará en la voz del otro, dando como resultado que se oíga la voz de quien la ha contado. Un ejemplo de esto es el cuento “La intrusa”, Borges escucha el chisme : “(...) lo que está claro es que la máquina Borges funciona citando discursos referidos y necesita recuerdos propios o de otros, falsos o verdaderos (...)”[3]
Este libro, “morfologiza” la tradición de una país, una tradición anhelada decíamos anteriormente, un tradición literaria en contrucción.
Ese relato en primera persona, ese yo-Borges-ficción que ocupa el espacio literario le permite sacrificar detalles, permitirse la licencia de suprimir o de ampliar a su gusto el discurso de su historia, por ejemplo en el cuento “El muerto”  que forma parte de “El Aleph” nos dice: “Ignoro los detalles de su aventura; cuando me sean revelados, he de rectificar y de ampliar estads páginas. Por ahora este resume puede resultar útil”.[4]
La historia cobra sentido, la historia se vuelve verdad (verosimil) cuando Borges se inserta en el espacio y tiempo del relato, del cuento, de la “pieza” que conforma y forma sus libros.


[1] Borges, J. L.: Historia del Guerrero y la Cautiva en “El Aleph”  pág. 58,  Ed. Debolsillo, Buenos Aires, 2012.
[2] Barthes, R: Verdad en “Fragmentos de un Discurso Amoroso” pág. 288, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2008.
[3] Sarlo, Beatriz, Secretos de duelo, muerte y cuchillo en “Revista Ñ” del 10/06/2006
[4] Borges, J. L; El Muerto en “El Aleph” pág 33. Ed Debolsillo, Buenos Aires, 2012.

sábado, 9 de junio de 2012

Solas mis noches

Solas las noches de invierno que cantan tu ausencia.
Triste y nostálgica ausencia que el deseo potencia.
Te extraño, inevitablemente te extraño...y quiero llamarte, tomar el teléfono y pedir que al fin vengas a la orilla de mi ser... indebido pensamiento; ya no estas en mi vida.
Esta soledad en la que me dejaste me agobia, me desespera, quiero tenerte.
Mi cama no se calienta en tu ausencia y el invierno se hace cruel.

No sirvo para la soledad de la noche oscura.
La oportunidad de tu compañía me tienta al pecado: TE QUIERO EN MI CAMA.
pero ya no, no quieres ni piensas en convertirte en la segunda opción. La elección esta en mis manos.

Me propones que te elija, pero ya no te amo.
Y me seduces con propuestas que anhelo en esta vida, pero no y no y mil noes que me aleja de mi sueño.

No quiero más noches en soledad, no quiero más noches de frío, te dije.
Venite, me dices como si la decisión fuese tan fácil.
 Debo elegir entre lo que amo y lo que quiero...
y me muero, sí, me muero, porque entre la inseguridad y la seguridad no se puede vivir.

No quiero más noches de soledad, no quiero ser opción de momentos libres...
y si elijo lo que no amo???
quizás muera también.

No son fáciles la noches en soledad en que te quiero en mi cama.
No.
Él se va de mujeres y tú me esperas paciente.
A él lo amo y a vos te quiero.


Te iré a buscar un día... y veré de frente mi destino.


En un noche de soledad te iré a buscar y has de saber que son muchas mis noches de soledad,
como mujer soltera te espero más de lo que imaginas.